La fundación apela a la generosidad de todos,
Lanzan resumen gráfico con el impacto del trabajo social del Hogar de Cristo en la región
El brochure digital permite ver en cifras globales el desempeño de la obra del Padre Hurtado en
Los Lagos durante 2019. Este 2020, en medio de una crisis sanitaria con consecuencias económicas
y sociales inéditas, la fundación apela a la generosidad de todos, a “dar hasta que duela”, para
apoyar así la asistencia a los grupos más vulnerables siempre: adultos mayores abandonados y
personas en situación de calle, que en situación de pandemia aumentarán. Eso, mientras los
recursos escasean.
Comunicaciones Hogar de Cristo
Las necesidades materiales son inmensas. Si en tiempos normales Hogar de Cristo entregaba 1.600
almuerzos diarios, hoy debe suministrar 2.800, en los 144 centros residenciales a lo largo del país, que ahora
funcionan en régimen 24/7. Si habitualmente se consumían 250 mascarillas al mes, hoy se requieren 8.000
por cada día. “La pandemia reveló la vulnerabilidad en la que viven cientos de familias, pero también la
enorme solidaridad de los miles de chilenos que han estado presentes ayudando, pero las cuarentenas y la
situación económica han hecho disminuir los aportes, por eso apelamos a la generosidad de todos,
pidiéndoles que se sumen a la campaña Únete a la segunda línea”, expresa Yerko Villanueva, jefe de
operación social de la institución en el territorio Los Lagos del Hogar de Cristo.
Para dimensionar las necesidades y en un acto ya habitual de transparencia, Hogar de Cristo diseñó un
brochure con los resultados y las atenciones prestadas en 2019 por cada región para hacerlas llegar a
autoridades, medios de comunicaciones, fundaciones, instituciones académicas locales, que es el que les
estamos haciendo llegar. Este 2020, la pandemia y sus consecuencias modificará, sin duda, los números del
2019, porque los pobres y los más vulnerables serán, como siempre, los más perjudicados. “La causa de
nuestra fundación siempre ha sido una tarea ardua. Gracias al trabajo de nuestros 180 trabajadores, en
2019 atendimos a más de 2 mil personas en situación de pobreza en la región. Una cifra que, sin duda, se
verá incrementada en 2020”, sostiene Yerko Villanueva.
Hoy Hogar de Cristo ha reforzado la defensa sanitaria de los 17 programas que tiene en la Región de Los
Lagos y ha mantenido el contacto y el apoyo a quienes participan de los dispositivos ambulatorios,
privilegiando entre ellos a los más vulnerables con cajas de alimentos y otros apoyos específicos. Se trata de
los adultos mayores que atiende en sus Programas de Atención Domiciliaria al Adulto Mayor (PADAM), en
especial a los postrados que viven aislados o en zonas semirurales; lo mismo que a las familias de los niños
de sus jardines infantiles, y de los hombres y mujeres con discapacidad mental y sus familias, todos de
extrema pobreza.
La pandemia también ha golpeado la identidad de los programas de Hogar de Cristo. Si el contacto físico, la
cercanía, eran improntas propias de la organización, ahora deben practicar distanciamiento social. “El
contacto personal, que es la clave del trabajo que hacemos, ha debido ser reemplazado y/o modificado. En
las hospederías y residencias hemos tomado medidas de aislamiento social para cuidar a los participantes y
se hicieron ajustes en todos los territorios para enfrentar la contingencia. Hoy todos debemos hacer
esfuerzos para mantener el trabajo social guardando las distancias, conectándonos de otra manera con los
voluntarios y con los participantes de los programas” asegura Villanueva.
Estos cambios han significado altos costos en medio de una crisis económica severa, por eso la institución
propone a los que tienen la fortuna de poder cuidarse haciendo cuarentena, conservan su trabajo, cuentan
con ingresos y sienten la responsabilidad de ayudar a los que están trabajando por los más vulnerables,
“Únete a la segunda línea”.
Como señala el jefe de operación social del Hogar de Cristo en la Región de Los Lagos: “La invitación de
Hogar de Cristo es a mantenernos conectados, en una cadena fraterna, donde cada eslabón es
indispensable, donde la primera línea requiere de la segunda para funcionar y no retroceder en la
protección de los más vulnerables”.