Travesía en el Agios de Naviera Austral

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Vivir la aventura de La Agios de Naviera Austral, un verdadero periplo.

Travesía en el Agios

El equipo de Puerto a Puerto viajó más de 30 horas a bordo del transbordador de Naviera Austral, en un recorrido ida y vuelta por las ciudades de Puerto Montt, Chaitén y Castro.

Son las 22.30 del sábado y mientras una suave llovizna cae en la ciudad de Puerto Montt, una decenas de vehículos particulares y camiones se apostan en el terminal de transbordadores del puerto fiscal. Los conductores esperan pacientemente las instrucciones del contramaestre, quien radio en mano ordena su ingreso a la plataforma de embarque.

Con una velocidad de 11 nudos y capacidad para 500 pasajeros y 100 vehículos, el transbordador Agios fue construido en los lejanos astilleros de Grecia, tocando aguas nacionales hace ya tres, tiempo que estuvo operando en el tramo marítimo Hornopirén -Leptepu de la ruta bimodal de la Carretera Austral.

Actualmente remodelado para un desafío mayor, forma parte de la flota de Naviera Austral, empresa que desde el 2005 entrega soluciones de conectividad entre las provincias de Chiloé, Palena y las localidades del norte de la provincia de Aysén, realizando viajes de Puerto Montt a Chaitén de lunes a sábado.

“La incorporación de la nave Agios ha sido un salto importante en cuanto a la confiabilidad de los servicios, permitiéndonos reforzar y mejorar el tráfico marítimo. La posibilidad de realizar viajes diarios durante la semana entrega mayor flexibilidad y esperamos que tenga buena acogida y recepción por parte de los usuarios”, señala César Hechenleitner, gerente general de Naviera Austral.

Abordamos el navío e ingresamos a la sala de pasajeros. Se respiran aires de comodidad. Amplios sillones, butacas semi cama,enchufes para dispositivos electrónicos, una cafetería con varias opciones de “roquín” y nuevos baños con agua caliente -que próximamente incorporarán duchas- son algunas de las remodelaciones.

“Entregarle una buena experiencia al cliente es fundamental en los servicios de transporte marítimo. Por eso, en Naviera Austral trabajamos permanentemente en busca de ese objetivos. Queremos ser una empresa de prestigio y reconocida por nuestros estándares de calidad, siendo el Agios una muestra de ello”, agrega Hechenleitner.

Cerca de la medianoche iniciamos el viaje, alejándonos de la magnífica postal nocturna de la capital regional. Navegamos proa al sur por el seno de Reloncaví, al encuentro del golfo de Ancud. Las condiciones climáticas son benignas, con olas que poco remecen esta mole de más de 83 metros de eslora (largo) y 18 de manga (ancho).

Con nuestro asientos ya seleccionados, vamos hasta el puente de mando para saludar al capitán, quien nos insta a tomar un café para calentar el cuerpo. Para ello nos guía entre los recovecos del segundo nivel hasta el comedor de la tripulación.

Allí encontramos a no más de 5 hombres, algunos a punto de irse a dormir. Otros, prontos a iniciar su turno de guardia. Independiente de sus funciones, la pelea entre Errol Spence y Shawn Porter los mantiene pegados a sus asientos y con la vista fija en la televisión satelital. Era una pelea de alta intensidad, candidata a una de las mejores peleas del año y que, en fallo dividido, dio por vencedor a Spence, quien mantuvo su título de campeón de FIB y se coronó nuevo campeón de la CMB en categoría welter.

Aún extasiados por el evento pugilístico bajamos hasta la sala de pasajeros. A esas alturas la mayoría de las personas dormía plácidamente y nosotros nos sumamos. Buscamos nuestros lugares y nos acomodamos procurando hacer el menor ruido posible. Al día siguiente nos esperaba una larga jornada.

Primera escala: Chaitén

Son las 6.30 AM y comienza el amanecer. Una espesa niebla cubre la exuberante naturaleza de este territorio parcelado por fiordos y montañas.

Algunos viajeros comienzan a despertar y van por su primera dosis de café. Lo acompañan con sandwichs, kuchenes y galletas. En tanto, la mesa del comedor del Agios ofrece todas las alternativas para un desayuno de campeones; leche, jamón, huevos, pan tostado, mermelada, miel, queso y mantequilla. “Siéntanse como en su casa y sírvanse”, nos dice amablemente uno de los miembros de la tripulación.

Satisfechos, volvemos al salón de pasajeros y conversamos con Imabel Sepúlveda y Raquel Almarza, un matrimonio de Futaleufú que denota esa experiencia y sabiduría que solo posee la gente que ha vivido más de seis décadas.

“Hace veinte años que viajamos hacia Puerto Montt. De todas las alternativas que existen para visitar la capital regional, considero que esta es la más cómoda y conveniente”, dice Raquel.

“La atención ha sido muy buena y la tripulación siempre está dispuesta a resolver nuestras dudas. Este tipo de servicios a cambiado para mejor, porque años atrás era difícil dormir y no había opción para comprar algo para comer”, complementa Imabel.

Y si para ellos la experiencia en el Agios resultaba confortable, lo era mucho más para quienes viajaban por primera vez. Ese era el caso de Nicole Sánchez, quien procedente de Valdivia se dirigía hasta Chaitén en compañía de sus dos hijas.

“Nunca había andado en transbordador y lo encuentro genial. Es cómodo, espacioso y lo mejor es que mis hijas no se aburren como en los trayectos por tierra. Por eso seguiré ocupando este servicio de Naviera Austral. Lo recomiendo totalmente”, expresa.

A medida que continuamos navegando la silueta del Morro Vilcún -cerro ubicado al norte de Chaitén- se hace cada vez más grande, señal de que nos acercamos a nuestro primer destino. Sin embargo, nos dicen que debemos permanecer al menos una hora en la bahía, a la espera de que suba la marea.

Para matar el tiempo, salimos a cubierta a capturar un par de fotografías. Nos acompañan algunos pasajeros como Hernán y Claudia Peña, una pareja chileno-colombiana radicada en Miami que vino a pasar sus vacaciones al sur de Chile.

“Como nací y viví mucho tiempo acá, siempre venimos a diferentes partes de Chile. Es la segunda vez que realizamos esta ruta. Es bellísima”, comenta Hernán mientras abraza a Claudia, quien resalta la “espléndida vista que hay desde el transbordador y la buena calidad del servicio a bordo”.

Cerca de ellos, apoyados en una de las barandas, Emma Van Zundert y Zeger Dox -turistas belgas- observan el paisaje y se preguntan si el tiempo los acompañará en su larga travesía, esa que empezaron hace ya meses y que hoy los trae hasta la Patagonia.

“Partimos en bicicleta desde Perú, pasamos por Bolivia y también el norte de Chile, siempre intercalando distancias con viajes en bus o avión. Del mismo modo queremos llegar hasta Punta Arenas, haciendo al menos 100 kilómetros por día. Por eso, este transporte nos ha servido mucho como acercamiento”, afirma Zeger, quien repara en la belleza del sur de Chile y su parecido con la región de Escandinavia, en el norte de Europa.

La Nueva ruta

Apenas Hannah Backes se sentó en las butacas del Agios, su atención fue llamada por lo cálido y espacioso del lugar. Atraída por la naturaleza, la lluvia y el viento del sur de Chile -cosas que según ella no se ven en su tierra natal- esta estudiante alemana continuará su itinerario turístico por Chiloé, visitando Castro y Ancud, para luego viajar hasta Puerto Montt.

Mientras tanto en el asiento contiguo, Francisco Vidal y Mariela Ibacache miran el mar a través de los grandes ventanale. Este joven matrimonio de la localidad de Futaleufú nos cuenta que el zarpe desde Chaitén a Castro les cayó “como anillo al dedo”.

“Vamo a Puerto Montt para realizar unos trámites y aprovechamos este atajo para conocer Chiloé. Además, como el zarpe fue a las 11.00, nos permitió coordinar de mejor forma nuestra llegada a Chaitén en la mañana”, comenta Mariela.

Ambas historias ejemplifican lo que se busca con la implementación de la ruta Chaitén-Castro. Entregar nuevas alternativas de conectividad a la gama de usuarios que usan el tráfico marítimo (transportistas, comerciantes, residentes y turistas), mejorando la coordinación en los tiempos de viaje y potenciando el turismo en las localidades de la Isla Grande de Chiloé, la provincia de Palena y el norte de la región de Aysén.

“Esta nueva ruta ayudará mucho al turismo de la zona, por eso es importantísimo darla a conocer. Por lo mismo, tenemos alianzas estratégicas con Sernatur de la X y IX región, las asociaciones gremiales y los operadores turísticos de la zona, pues creemos que la actividad turística es importantísima para el desarrollo de la región”, indica César Hechenleitner, gerente general de Naviera Austral.

En tanto, Juan Eduardo Vera, Alcalde de Castro, confía en que este nuevo servicio se traduzca en un fortalecimiento de la economía local, a través de un mayor flujo de pasajeros que visiten la comuna.

“Al abrir esta ruta entre Chiloé, Carretera Austral y Patagonia, lograremos fortalecer el turismo a través de sus actividades vinculantes, tales como la gastronomía, alojamiento, operadores turísticos, artesanía y otros. Además, es importante destacar que gran parte de los turistas que visitan Chiloé continúan su viaje hacia la Patagonia”, señala el edil.

 La vida a bordo del Agios

Pasado mediodía nos avisan que es hora del “rancho”. Nos espera una deliciosa sopa de mariscos y un contundente plato de “bistec a lo pobre”. La televisión está encendida, pero solo un miembro de la tripulación pone atención al encuentro entre Deportes Temuco y Cobreloa. Los demás conversan animadamente de lo mal que escriben los jóvenes, la calidad de los noticieros y de los chascarros del periodismo.

Después de almuerzo y luego de una pequeña siesta, decidimos visitar el puente de mando, lugar desde donde se gobierna la nave. Ahí, entre pantallas, citófonos y muchos botones está Salim Abedrapo, el capitán del Agios. Iniciando su carrera como aspirante de piloto en 1986 y navegando por estas latitudes hace más de 20 años, asegura que ningún viaje es igual al anterior, siendo esa la mayor de sus motivaciones.

“Para pilotar un transbordador se requiere mucha concentración y saber manejar momentos críticos. Acá nada es rutinario, pues siempre estamos a merced de las condiciones climáticas. Por eso, nunca olvido que tengo la responsabilidad de transportar la carga más delicada e importante de todas; las personas”, manifiesta Abedrapo.

Bajo un cielo despejado, el Agios comienza a abrirse paso entre las aguas que circundan las islas Lemuy, Chelín y Quehui, en dirección al estero de Castro. “La navegación por canales es una de las más complicadas”, comenta el capitán, mientras nos indica la ruta en la carta naútica.

Falta más de una hora para llegar a la capital provincial y se nos abre el apetito. A esas alturas visitar el comedor ya era familiar. Eso sí, no somos los únicos. La tripulación ahora conversa de política, de si el voto debe volver a ser obligatorio y de quién se perfila como próximo presidente de Chile. En el intertanto, acordamos con Adolfo Sepulveda, ingeniero jefe de máquinas, una visita a su lugar de trabajo.

Terminado nuestro “breack” lo seguimos hasta la zona de embarque. Descendemos por una estrecha escalera hasta la segunda plataforma para vehículos y seguimos hasta el fondo. Antes antes de ingresar a la sala, este oriundo de Valparaíso nos indica que nos protejamos los oídos.

El estrépito impide hablar, por lo que nos comunicamos por señas. De esa forma es aún más difícil encontrarle sentido a ese laberinto de tubos, motores, llaves de presión e indicadores de temperatura. Tomamos algunas fotos y  vamos a conversar a un lugar menos bullicioso.

“Mi destino como marino se puede decir que fue sin querer. A finales de los 70 acompañé a un amigo que tenia interes de postular a la Escuela de Tripulantes de la Universidad Católica de Valparaíso, dimos una prueba y al final quedé yo y no él”, relata entre risas.

Con el tiempo Adolfo le tomó el gusto a la navegación y la camaradería. Así fue como a fines de los años 70’ se embarcó en un buque de la Marina Mercante y salió a recorrer el mundo. Con el tiempo fue absorbiendo conocimiento y ascendiendo, hasta convertirse en el avezado hombre de mar que es hoy.

Encargado de que el Agios opere en perfectas condiciones, admite que si bien la navegación lo ha llevado a enriquecerse culturalmente, conociendo diversos lugares y personas, este estilo de vida también le ha significado cosas negativas.

“Cuando eres marino te pierdes cumpleaños, años nuevos, graduaciones, etc. Yo a veces pasaba seis u ocho meses fuera. Por esa misma razón decidí venirme a trabajar acá, en este rubro dedicado al servicio de transporte marítimo local. Los periodos navegando son más cortos y tengo más tiempo para visitar a mi familia”, confiesa.

Destino final y punto de retorno

En la localidad de los mundialmente famosos palafitos las condiciones climáticas cambian. Atrás quedó el sol radiante que acompañaba nuestro trayecto y somos recibidos por un cielo gris amenazante. Decidimos no arriesgar las cámaras fotográficas y permanecemos dentro del navío entrevistando a los pasajeros y turistas que ingresan rumbo a Chaitén.

“Llevo dos días en el sur de Chile y me ha gustado mucho. Continuaremos hacia Coyhaique, Punta Arenas y Puerto Natales, para luego partir a Argentina y devolvernos a Italia”, nos cuenta Grazziano Schcopler.

De pronto, casi sin percatarnos, el Agios abandona la rampa de Castro y ya va de regreso a Chaitén. Nos acomodamos en los sillones y conversamos amenamente con Hernán Cárdenas y su esposa, unos viajeros frecuentes de estas zonas.

“Este servicio es oportuno, en especial para nosotros que somos de Dalcahue y viajamos constantemente a la provincia de Palena. Hacer el viaje desde Quellón implica más tiempo y desgaste para quien conduce. Además, la máquina es muy amplia tanto para los pasajeros, como para los vehículos. Es un servicio ideal para personas de zonas aisladas y ojalá se mantenga en el tiempo”, manifiesta Hernán.

Algo similar nos manifiesta Juan Carlos Sánchez y su Familia, quienes provienen desde Ancud.

“Para nosotros darnos la vuelta por Puerto Montt y pasar por la ruta bimodal nos significa, al menos, unas 12 horas de viaje. En cambio con este servicio nos toma solo una hora llegar hasta Castro y después 4 a bordo del transbordador Chaitén, sin tener que preocuparnos de manejar. No hay donde perderse”, dice Juan Carlos.

Conectividad

Arribamos a Chaitén a eso de las 21.00 hrs. Las personas encargadas de la mantención suben para dejar todo reluciente, pidiéndonos que permanezcamos en nuestro lugares. Terminado el aseo, los pasajeros comienzan a ingresar. La mayoría con destino Puerto Montt y otros a Ayacara, península ubicada al norte de Chaitén.Suben un grupo importante de personas dedicadas al comercio y el transporte.

“Este tipo de servicios nos ayuda mucho como microempresarios” dice Osvaldo Hernández, un joven que lleva poco más de un año transportando fruta desde Temuco hacia Chaitén y que generalmente ocupa el servicio de Naviera Austral.

“Puedo descansar y estar cómodo. Mucho más ahora con esta remodelación. Además la fruta llega en mejores condiciones, no tan machacada como en los trayectos por la carretera”, aclara.

Raúl Cárdenas, Alejandro Gallardo y Francisco Mechano poseen diferente experiencia en el rubro del transporte de carga. Sin embargo, coinciden en que la ruta marítima Puerto Montt – Chaitén es un gran apoyo para su trabajo. “Para nosotros es muy buena esta pasada, porque hay más descanso, se reducen los tiempos y hacemos mejor nuestro trabajo”, señala Raúl.

En tanto, a Alejandro le gustaría que existiera mayor inversión en caminos y rutas, “así como en Santiago. A pesar de ello, todos coinciden en que la conectividad, en comparaciones a décadas atrás, ha mejorado exponencialmente en la región.

“Los baños, las butacas y la cafetería que tiene esta embarcación son un lujo. Antes todo era más sacrificado, la gente dormía en el suelo y habían muy pocos asientos. Con esto se puede ver que existe más preocupación por la gente de las zonas aisladas”, Manifiesta Raúl.

Para César Hechenleitner, gerente general de Naviera Austral, “los servicios de transporte marítimo han mejorado de manera significativa en los últimos años, fruto de la alianza público-privada. Esto ha permitido mejorar los subsidios e incorporar nuevas naves con un estándar de calidad y servicio que no se veían hace una década”.

Mientras hacemos una selección para las fotos del reportaje el sueño nos vence. A la mañana siguiente tomamos nuestro último desayuno en el Agios, agradeciendo de paso la hospitalidad recibida. Salimos a cubierta para capturar una panorámica de la ciudad y un fuerte viento casi os despega los pies del piso. Una vez en el terminal de transbordadores, nos recibe una especie de granizo o agua nieve.

Vamos hasta el puente de mando en busca de refugio y aprovechamos de despedirnos del capitán y parte de la tripulación. Allí nos percatamos que el trabajo continúa incluso en tierra firma. Y es que hay que dejar todo en regla y en perfectas condiciones. A las 23.00 el Agios inicia un nuevo viaje.