Académico plantea que ya es posible y necesario
Según un experto en materia, docente de la Universidad del Desarrollo, la sequía que vive la región del Biobío podría mantenerse por algunos años y, de revertirse el panorama climático, la infraestructura sería útil para el futuro. Si bien sostiene que el proceso es factible, éste debiera considerarse como “último recurso”.
El profesor titular de Recursos Hídricos de la Universidad del Desarrollo, Diego Rivera, dijo a diario La Tribuna que “la desalación es un proceso en el cual tomamos agua salobre, no necesariamente agua de mar, sino agua con algún contenido de salación con la intención de extraer la sal que tiene el agua para conseguir un agua lo más pura posible. En Chile hay bastante experiencia al respecto, ya deben haber alrededor de 20 plantas desaladoras, principalmente ubicadas en la costa del norte de Chile, cuyo uso principal se da en minería, aunque también hay plantas desaladoras para agua potable en el norte”.
Rivera explicó que “se ha discutido bastante sobre los impactos ambientales que tiene el proceso de desalación, porque lo que se obtiene es agua desalada, pero también salmuera, un fluido con una altísima concentración de sal que luego tienen que ser dispuesto en alguna parte, generalmente se devuelve al mar, por lo que, con un buen diseño, los impactos que puede generar la desalación en el ambiente marino son relativamente menores y muy locales”.
– El proceso es factible, pero debe ser el último recurso –
El académico indicó que “para agua potable, el proceso de desalación debería ocuparse solo frente a un riesgo inminente de desabastecimiento y ahí mirar los costos no tiene mucho sentido, se le estaría poniendo precio al abastecimiento del agua potable”. El profesor titular de Recursos Hídricos de la casa de estudios agregó que “el estado de la desalación en Chile es bastante avanzado, tenemos mucha costa, pero en mi opinión la desalación como medida para obtener agua debiera ser considerada después del mejor manejo hídrico de los recursos a nivel de cuenca”. También “el costo de la desalación ha disminuido bastante, estamos bajo medio dólar por cada metro cúbico producido, es decir alrededor de 400 o 500 pesos por metro cúbico producido, pero eso es solo la producción dentro de la planta, después vienen otros costos que influyen en términos financieros, como la red de distribución y el bombeo del agua, entonces la desalación se vuelve bastante intensiva en el uso de la energía: Primero la necesita para desalar el agua, luego bombearla y distribuirla”.
Diego Rivera dijo que “en general uno debiera instalar estas plantas en zonas donde la demanda por el agua está cerca, es decir pequeñas localidades en la zona costera, donde hay cuencas pequeñas y el agua que se almacena viene de la precipitación, de hecho, es poco factible desalar agua de las costas de la región del Biobío y llevarla a Los Ángeles, ahí habría que utilizar otros métodos para asegurar la eficiencia en el uso”.
El profesor planteó que “nuestro principal problema es que está entrando menos agua al sistema y producirla con otros métodos es caro y como en cualquier casa, cuando los ingresos empiezan a flaquear, lo que se necesita hacer es ahorrar, almacenar, mejorar las redes de distribución dentro de las ciudades, ver las pérdidas que se producen en la red, considerar cambiar las presiones con las que el agua sale de la tubería y finalmente empezar modificando la gestión, para luego proteger las fuentes de agua”. Entre las acciones para proteger el recurso Rivera ejemplificó con “la eliminación de extracciones ilegales, llegar a acuerdos con los regantes, generar infraestructuras de almacenamiento que me permitan tener agua almacenada en invierno, que es cuando más agua entra, pero menos la utilizamos, para luego llegar a pensar en medidas como la desalación, que considero que es una medida de emergencia”.
– Infraestructura es urgente para seguridad hídrica del futuro –
El docente titular de Recursos Hídricos de la Universidad del Desarrollo manifestó que “ahora es el momento de pensar en invertir en esta infraestructura, siempre considerando que estas fuentes son de emergencia, si en dos años se terminara la sequía estas plantas deberían estar trabajando al mínimo, de manera que no se deterioren, pero seguir generando otras obras de infraestructura que permitan hacer uso de aguas superficiales y subterráneas”. “El escenario bajo el cual uno debería sentarse y reflexionar sobre el uso del agua es que esta escasez se va a mantener por unos años y si en algún momento esta sequía se revierte y empezamos a tener montos normales de precipitación tenemos que seguir pensando que una nueva sequía podría llegar en un par de años más de nuevo”, agregó Diego Rivera. “Estamos acostumbrados a tener problemas con las inundaciones, pero nuestra institucionalidad e infraestructura nunca estuvo preparada para otra condición y ahora no tenemos que cometer el error de no tomar medidas, llevamos 13 años de sequía y seguimos preocupándonos, pero se debería haber hecho algo después de cinco años”.
Fuente: La Tribuna