Columna de Opinión de José Gabriel Palma en CIPER Chile.
José Gabriel Palma es doctor en Economía de la Universidad de Oxford, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Sussex y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Santiago en Chile, además de miembro del directorio de la fundación chilena “Red de Estudios para la Profundización Democrática”.
EL TPP-11
Lo que define este tratado es que lo comercial no es más que la vitrina, el envoltorio o carnada, para hacer que todo lo que viene disimulado adentro (obstáculos al cambio) sea vendible ―de hecho, hasta en número de páginas solo una parte pequeña del largo texto del tratado se refiere al comercio (7). Esto es especialmente relevante para Chile, país que ya tiene tratados comerciales con los otros 10 países del acuerdo (y también con Estados Unidos, en caso de que Biden retorne al TPP-11).
Lo que es relevante para Chile en el TPP-11 son otros asuntos. Aquí van cinco:
1)El primero, y algo cuya única explicación es “y qué tanto, si ya lo hacemos”, es que este tratado cede soberanía por secretaría, pues generaliza el tener que aceptar que los litigios entre corporaciones (extranjeras y chilenas) y el Estado salgan de las cortes profesionales del país y se trasladen a cortes de fantasía [ISDS], donde los abogados de corporaciones son jueces y partes en ellos (Capítulo 28). Incluso, Jacinda Ardern, luego de referirse a estas cortes en la forma más derogatoria posible (usando jerga nueva-zelandesa las llamo “a dog”) (8), al firmar el tratado dijo tajantemente: «Estamos trazando una línea en la arena —no firmaremos ningún acuerdo futuro que contenga estas cláusulas [ISDS]» (9). Además, ya está renegociando esa parte del tratado en forma bilateral con algunos países miembros.
Algo que poco se menciona es que las corporaciones que más salen ganando con el TPP-11 y las ISDS (pero han estado calladitas en todo el debate) son las corporaciones chilenas “internacionalizadas”, pues ellas van a poder demandar al Estado chileno en estas cortes por asuntos de política y regulación doméstica.
2) Lo siguiente es que el TPP-11 agrega a nuestros tratados comerciales ya existentes un capítulo (muy controversial) sobre comercio electrónico (Capítulo 14).
3) También hace lo mismo con cláusulas nuevas que restringen los requerimientos indirectos de contenido local (Capítulo 3).
4) El cuarto es que restringe las actividades de las empresas públicas (Capítulo 17). Se podrán crear, pero no pueden competir con las privadas, las que son tan delicadas que (a diferencia de la pymes) hay que darles todo tipo de protección. Estos tres últimos aspectos del tratado no estaban ni siquiera incluidos en el ya limitante tratado comercial con Estados Unidos.
5) El quinto está dirigido a restringir aun más el rol del sector público en la vida económica. Y lo poco que se mejoró esto en la renegociación del tratado después de la salida de Estados Unidos (sólo 22 de las más de mil provisiones del tratado pudieron ser mejoradas), igual quedó en la versión final del tratado, pues dichas cláusulas solo fueron “suspendidas” hasta nuevo aviso. Esto es, se pueden reintegrar en cualquier minuto y sin necesidad de renegociación. Eso es como dejar un jugador en la banca, quien puede entrar a la cancha en cualquier minuto.
En este sentido, y como se ha insistido, “la estructura reglamentaria del TPP-11 coincide con las actuales leyes estadounidenses” (10). El TPP-11 se trata de eso: de que el resto del mundo también tiene que ajustarse ―de facto y de jure― a los caprichos de quienes tengan capturada a la clase política de ese país. La mayor diferencia entre republicanos y demócratas es que en el caso de los primeros son las industrias viejas y contaminadoras del pasado (como el carbón, petróleo y plantas nucleares), mientras que para los últimos son las finanzas y el Silicon Valley.
Este tratado le da a las multinacionales el “derecho” a demandar a los estados por el “costo moral” que les podría significar haber tenido que demandarlos. Hasta Ionesco debe sentirse reivindicado en su tumba (el teatro del absurdo en un mundo que ya no tiene significados).
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